I AM AT TWO WITH NATURE

lunes, 26 de julio de 2010

Recuerdos de una tarde en Capital

Ida:
Tomé un colectivo que me dejaría cerca de la estación de trenes. A la ida brillaba timidamente el sol que, refugiada en mi asiento, me proporcionaba un suave calor. Cuando estaba ya medio adormecida, llegué a destino. Me dirigí hacia la boletería, pagué y caminé hasta el tren. Me siento en uno de los pocos lugares disponibles, y ya dispuesta a sacar mi libro y mis auriculares, un vendedor musical ambulante hizo sonar un pequeño equipo a volúmenes lo suficientemente altos como para que mi lectura se aplazara algunos minutos. Cuando (al fin) se retira comienzo con el libro, y con la música. Lentamente me sumía en estos artes cuando miro hacia afuera y estaba a 1 estación de mi destino. Guardo mis cosas y al llegar, bajo del tren. Camino rapidamente y luego de cruzar la Plaza Miserere, me dirijo a un local para preguntar para que lado quedaba la Av. Corrientes (si, lo he olvidado nuevamente, y probablemente lo siga olvidando). Camino alrededor de 5 cuadras y encuentro el subterraneo, y guiandome por la infinidad de carteles y personas, logro combinar los subtes y bajar en la estación Callao. ¡Uy, un mensaje! Miro. Si, es mi amigo, que me dice la dirección de su casa y sin perderme logro llegar.
Estadía:
Mientras esperaba abajo para que me abriera la puerta, unos obreros realizaban un estruendoso trabajo de reparación de la calle. De repente miro hacia adentro del edificio y a través del vidrio logro reconocer las inolvidables pantuflas de mi amigo, y me acerco a la puerta. Cuando entro, tras un abrazo y un "¡cheee, hace cuanto no nos vemos!", pasamos y cocinó el almuerzo. Satisfechos nos dirigimos hacia su habitación y tocamos instrumentos varios, jugamos con un yoyó y una bola de contacto y charlamos de nuestras vidas, nuestros estudios, nuestras cosas. Su pequeña habitación, está llena de cosas interesantes, por lo cual nos resultó dificil acordarnos de que el tiempo aún se tomaba el trabajo de pasar, y cuando dijimos de salir a caminar, ya era bastante tarde. Pero salimos igual.
La ciudad:
Caminamos por una galería, me regaló un adorno para mi celular, que ahora cada vez que lo agarre me recordará a él y a Burton, y yo compré un juguete para mi hermana. Salimos y entramos a un local, donde me compré un cuaderno bastante original. Y luego, ya de noche, me acompañó hasta el subte, donde nos veríamos la cara hasta la próxima vez que nos visitemos. Charlamos y llega el subte. Tras un abrazo, me voy.
Vuelta:
Entré en el subte y la puerta, rozándome la espalda, se cierra atrás mio. Fué, ciertamente, uno de los viajes mas sofocantes que emprendí alguna vez. El aire, pesado y cargado de olores y sonidos diversos, era bastante dificil de respirar, y a esto hay que sumarle la falta de visión hacia el exterior que proporciona el tren subterraneo. Al llegar me apresuro a la salida, y cuando me asomo a la avenida respiro profundamente, sintiendo el frescor de una noche invernal en Buenos Aires. Camino hacia la parada del colectivo, recordando mientras que mi hermana me avisó que cambió de lugar. De todos modos no fue dificil encontrarla, asi que compré el boleto y me uní a la fila de viajantes a esperar mi regreso. Realmente tardó en venir, y la tediosa espera era apaciguada por el juego de luces de los automóviles que pasaban, los carteles publicitarios, el vaivén de los árboles causado por el viento, la gente que iba y venía, entraba y salía del hormiguero porteño en horas pico. Llega el colectivo, logro sentarme, sacar mi libro y mis auriculares, y sumirme en el arte hasta mi llegada. Camino otras cuadras más, tomo el último de los colectivos que me quedaban, y tras cuarenta minutos más logro al fin, llegar a mi casa, y tomar un vaso de agua para hidratarme. Fin del viaje
Feliz (R)

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